Cartas de Sevilla

miércoles, 29 de octubre de 2008

Los dineros.


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Amable Leocadio:

Como llega Noviembre, ya está lista la circular-pastoral del Sr. Arzobispo sobre la economía, "nuestra" economía. Digo nuestra entre comillas porque las economías y las sisas y los apuros son para nosotros, los párrocos y las parroquias, no para Palacio.

Hoy mismo me ha llegado la resma de papeles del Arzobispado, que entre carteles, cartas de vicarías y vicarios, y secretariados y secretarios, y otras fuentes y agentes emisoras de impresos de nuestra Curia, pesa medio kilo largo. Y al peso, solamente, valdrá un pico en papel. Un desperdicio.

Un desperdicio, porque va a la papelera. Y aunque se recicle, cuesta.Por eso da cierto escrúpulo tirar lo que costará lo yo no quiero ni enterarme. Entre el Sr. Arzobispo, el de Catequesis y la Delegación del Clero, se habrán pirrado el presupuesto del mes, digo yo. ¿Te acuerdas de los "trípticos" que te mandé para que los vieras? Pues ahora son "polípticos" que parecen el Hola, con fotos de los últimos ordenados y hasta un recordatorio de los aniversarios de los curas que cumplen Bodas de Plata y de Oro. Una preciosidad. Un detalle. Una monería.

Pero aparte de que hay pobrecitos curas viejos y enfermos solos y sin visitas ni recordatorios ni perrito que les ladre, te repito que yo no sé lo que costará pagar todo eso. "Material" lo llaman, "material para la evangelización", dicen que es. Pero yo no sé qué evangelizará tanto papel cuché a multicolor y medio cartón. Vendieron El Correo de Andalucía porque decían que no se podía sostener, y ahora fíjate el presupuesto que tendrán sólo para pagar imprentas.

Lo que ellos sabrán, pero nadie sabe. Nuestras cuentas sí que están publicadas, al dedillo, con pormenores. Pero las del Arzobispado y Palacio son enigmáticamente sumarias, sin desglose, sin detalle, sin menudillo. Y como las fiscalizan los de dentro, a saber las economías de nuestra economía.

Por ejemplo nadie sabe lo que vale o deja de valer un piso en la Avenida de los del Colegio de San Miguel, de esos super-super que tienen para su disfrute los canónigos. Que se arreglan y se reforman y uno deja uno y otro coje otro. Un trajín que quizá mejor no saber para que no caiga en más descrédito la desacreditada clase de los canónigos. ¿Y las obras de Palacio? Desde hace XXV años no han parado los albañiles, cuando no una cosa otra, por un lado o por el otro. Y nunca acaban. Es un asombro para los curas que ahorran centimito a centimito para quitar jaramagos y reponer tejas o tapar goteras que esas obras de Palacio sean perpetuas. Y seguranmente tan bién pagás como la de la copla.

De las dietas y gastos y suplementos de las Vicarias y los Vicarios, tampoco se saben cuentas, ni de ingresos ni de gastos. Pero haberlas háilas, como las méigas, que no se ven, que nadie sabe, pero que todos hablan.

Pero aquí no se puede hablar, tú lo sabes mejor que nadie. Y te cuento esto temiendo siempre que el escobazo a los irresponsables (por llamarles de alguna manera y entre nosotros) sea finalmente un palo a la Madre Iglesia, y por Esa es por lo que se calla uno y vamos tirando como se puede y el Señor nos deja.

Desde la Mitra al último chupatintas de Palacio, todavía no se han enterado que la vocación del cura es por Dios y para Dios, y no por ellos ni para ellos. Por eso abusan de la virtud de los que callan por piedad, como si no pasara nada. Pero pasa.

Como te imaginarás, la dichosa Colecta para la Iglesia Diocesana es la menos "estimulante" de toda la temporada. Además, con la "acumulación" de extras (la del Domund de hace un par de domingos y la de Cáritas de todos los meses), poca gracia le hace a ningún cura el invento de la colecta para la Iglesia Diocesana. El año pasado lanzaron a escala nacional una campaña que costó un dineral a cada Diócesis. Se dijo que algunas se negaron, con razón. Al final todo quedó en unos anuncios carísimos por la tele que no vería casi nadie, y que a más de uno le quitaría las ganas de dar nada. Después se ven los dispendios que se hacen, y es a nosotros los curas a quienes se nos quitan las ganas de pedir.

Pero ahí está, tan propio y bien dicho, sin decir nada. Si se contaran los curas que leerán ese Domingo de Noviembre la pastoral-circular, serían menos de media docena en toda la Diócesis. Tanta letra para la papelera (y de camino incordiar al personal).
Bueno, querido com-padre, te dejo que tengo los piés helados. Se han venido de pronto y sin avisar los fríos, y estoy deseando ponerme un ratito al calor de la estufa. Recuerdos al Big Ben, y pide por nosotros, a ver si San Pedro nos alcanza una mijita de las virtudes sacerdotales que necesitamos para resistir y no desistir.

Tuyo siempre en Cristo:

+Leandro, cura propio.